Roscos de vino con aceite de oliva
Seguimos con las recetas navideñas, pero dejamos las galletas del norte
de Europa y volvemos a dulces más rústicos y contundentes propios de
nuestra tradición.
Los roscos de vino no son de los dulces navideños que más solemos comer
en mi casa, la verdad es que solamente los he comido cuando han
aparecido en algún surtido y tengo que reconocer que la mayor parte de
las veces no me han gustado mucho, seguramente porque la calidad no era
de las mejores.
Con estos antecedentes, no sé por qué me fijé en estos roscos cuando los vi en este precioso post del blog
Hecho en la proprieté,
seguramente las preciosas fotos ayudaron, o las ganas de darle una
oportunidad a este dulce, o que en lugar de manteca estuvieran hechos
con aceite de oliva y me picara la curiosidad.
El caso es que me decidí a hacerlos y tengo que reconocer que a partir
de ahora creo que los voy a tener que repetir cada año. Si el primero
que probé (recién hecho) no me entusiasmo, el segundo ya me dejó con
ganas de más y la verdad es que ahora se han convertido casi en
adictivos, me encanta el saborcito que le aportan la canela y el clavo y
aunque su textura es algo más dura que la de otros dulces, tienen un
carácter especial que me encanta.
¿Te animas a probarlos? Ya verás qué fáciles son de hacer…
Precalentar el horno a 180º. Poner la harina en un recipiente resistente al calor.
Poner a calentar el aceite con un trozo de cáscara de limón, cuando esté
bien caliente, retirar la cáscara y verter el aceite sobre la harina,
removiendo con una cuchara de madera para que el aceite se reparta por
toda la harina.
Verter el vino y el aguardiente y añadir el azúcar, la ralladura de limón, las especias y el sésamo.
Amasar un poco y extender la masa con un grosor de 2 cm.
Cortar los roscos con un cortapastas redondo, y hacer el agujero con otro más pequeño. Ponerlos en una placa de horno.
Hornear durante unos 30 minutos. Una vez fuera del horno, esperar a que se enfríen un poco y espolvorearlos con azúcar glas.